La metáfora bumerán: ten cuidado con lo que arrojas porque puede volver contra ti

junio 28, 2012

Escuché contar en cierta ocasión la siguiente anécdota, posiblemente apócrifa:

Azafata (dirigiéndose al famoso boxeador Muhammad Ali): “Señor, ¿le importaría abrocharse el cinturón?”

Ali: “¡Soy supermán! ¡Supermán no necesita cinturón!”

Azafata: “¡Supermán no necesita avión!”

Cuando usas metáforas, corres el riesgo de que se vuelvan contra ti, como le pasó al boxeador Ali con su metáfora de supermán. Este tipo de situaciones son muy frecuentes y pueden meterte en una buena encerrona.

Leí en el blog de Francisco Alcaide la siguiente anécdota:

Un amigo del escritor Eduardo Galeano estaba impartiendo una conferencia en una universidad norteamericana, cuando terminada la exposición, un alumno le preguntó qué era la utopía. El amigo de Galeano lo explicó con una metáfora:

“La utopía es como el horizonte, uno se acerca diez metros y él se aleja diez metros; avanzamos otros cien metros y él se aleja otros cien metros; volvemos a caminar mil metros y el horizonte siempre está a la misma distancia…”.

Uno de los alumnos, con el sentido pragmático que caracteriza a los norteamericanos, le dijo:

“Pero, entonces, la utopía no sirve para nada”.

Y el amigo de Galeano cerró la metáfora:

“¿Cómo no? Sirve para caminar”.

Las metáforas constituyen un potente argumento emocional, capaces de avivar los sentimientos más básicos del auditorio. Si las usas, no se podrán contrarrestar en el terreno de la lógica, sino en el emocional. Tu metáfora puede hacer demoledor a tu argumento o puede que alguien la vuelva contra ti y te lo demuela con ella. Mide bien por tanto hasta qué punto basas el peso de tu argumentación en una metáfora.

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Galería de grandes presentadores: Jonas Ridderstrale y las presentaciones funky

junio 30, 2011

Jonas Ridderstrale: Business Speaker, Author of book Funky Business, Karaoke Capitalism and Re-energizing the Corporation:Ayer tuve el placer de asistir en el 5º Congreso Dircom a la charla de Jonas Ridderstrale, mundialmente conocido como uno de los dos autores del best-seller internacional Funky Business. Según el perfil recogido en la página de la agencia de conferenciantes que le representa en España, Thinking Heads, Jonas “es asesor, ponente y consultor de un importante número de corporaciones internacionales y está en la junta directiva de varias compañías”.

¿Dónde está el funk en las presentaciones de Ridderstrale?

10 rasgos que hacen de Jonas Ridderstrale un presentador funky

1. Humor: Si algo define a Jonas es el uso intensivo del humor, a veces irreverente, incluso en círculos ejecutivos y directivos, donde credibilidad = seriedad = aburrimiento. Y no sólo hace bromas atrevidas: es capaz de reírse de sí mismo. ¿Qué pasaría si un español se comportara así ante una audiencia seria?

2. Personalización: Allí donde vayas, incluye referencias al país, ciudad o audiencia. Nada nos halaga tanto como que nos saluden en nuestro idioma, alaben nuestro equipo de fútbol o reconozcan nuestra gastronomía. Jonas lanzó unas cuantas referencias que arrancaron aplausos entre el público.

3. Participación: Jonas utilizó todo tipo de técnicas para conseguir la implicación del público. Continuamente nos lanzaba preguntas y nos proponía juegos: batir palmas al unísono para demostrar la auto-organización en los grupos, contarnos por parejas cuatro historias sobre su vida, todo ello sazonado con humor y simpatía.

4. Dinamismo: Mientras que el resto de ponentes hablaron sentados parapetados detrás de una larga y sobria mesa, Jonas actuó de pie y recorrió en varias ocasiones el escenario de un extremo al otro. Al eliminar barreras entre él y el público, logró una mayor conexión. Con un control remoto para avanzar transparencias podría haberse ahorrado las visitas al atril.

5. Teatralidad: Jonas demostró un gran dominio escénico. Acompañaba sus palabras de grandes gestos, afables y abiertos. Y no sólo eso: también gestos ridículos, muecas absurdas, comportamientos impensables en un ponente con el título de doctor, líder de opinión sobre empresa y management, ponente habitual ante administraciones públicas y grandes empresas.

6. Concreto: Jonas utilizó numerosos ejemplos para ilustrar sus ideas, no se quedó en lo abstracto. Enriqueció su discurso con metáforas e imágenes, historias y anécdotas, ejemplos de actualidad e incluso imitaciones de personajes variopintos. Lo concreto sobrevive.

La gente escribe sobre ti historias basadas en información completamente incompleta

7. Paleta paraverbal extraordinaria: Jonas rompió con la monotonía una y otra vez, incansablemente. Introdujo cambios de ritmo, alteraciones de volumen, pausas, cambios de voz y de acento para imitar jocosamente a todo tipo de personas, en definitiva, exprimió todo el jugo posible a su voz.

8. Transparencias con imágenes y poco texto: Como era de esperar, Jonas no utilizó listas de viñetas, sino transparencias con fotografías de calidad profesional y muy poco texto, si es que lo había.

Jonas Ridderstrale en 5º Congreso Dircom 2011 en Madrid

9. Emoción: Las charlas de Jonas constituyen una experiencia emocional: uno ríe, aprende y se cuestiona sus creencias. La charla fue profunda y liviana a un tiempo. Entre bromas, confrontó a la audiencia con su propia humanidad, con sus miedos y carencias. Uno se ríe, sí, pero también se plantea que hay aspectos de su vida que debe cambiar. A fin de cuentas, ¿cómo cambiarás el mundo si no te cambias a ti mismo antes? Para que una charla tenga éxito, hay que bajarla de la cabeza al resto del cuerpo (sí, incluidos los pies).

10. Reto: ¿Qué mejor forma de terminar una charla que con una afirmación motivadora? Jonas concluyó con una afirmación firme y decisiva: do it!. ¿Me has escuchado? ¿Me has visto? ¿Me has sentido? Pues ahora recoge todo lo que ha brotado de este encuentro y … ¡hazlo!

En un mundo donde sobreabundan las presentaciones, sólo destacarán y conectarán con la audiencia las que tengan una receta única. Como afirma Jonas Ridderstrale, «la normalidad engendrará resultados normales». Debes replantearte tus creencias básicas y liberarte de la lógica del pasado. Me despido con una de sus reflexiones finales:

«El éxito se deriva de ser diferente y luego estar dispuesto a seguir cambiando».

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¿Te sientes funky al presentar?


8 tipos de evidencias para prestar credibilidad a tus presentaciones

junio 9, 2011

El incomparable Mulá Nasrudín

Un vecino de Nasrudín fue a visitarlo.

“Mulá, necesito que me preste su burro”.

“Lo lamento”, dijo el Mulá, “pero ya lo he prestado”.

No bien terminó de hablar, el burro rebuznó. El sonido provenía del establo de Nasrudín.

“Pero, Mulá, puedo oír al burro que rebuzna ahí dentro”.

Mientras le cerraba la puerta en la cara, Nasrudín replicó con dignidad:

“Un hombre que cree en la palabra de un burro más que en la mía no merece que le preste nada”.

—Idries Shah, “Las ocurrencias del increíble Mulá Nasrudín

Una buena presentación va más allá de la mera transmisión de información. Como afirma Nancy Duarte en su libro Resonate:

“No es la información en sí misma lo que importa, sino el impacto emocional de esa información”.

Es necesario exponer hechos en una presentación, acompañados de un atractivo emocional. Recordemos que las personas raramente actuamos basándonos exclusivamente en la razón.

Encontrar el equilibrio entre la exposición analítica y emocional es difícil. Si llevas tu presentación en exceso hacia uno de ambos extremos, verás resentida tu credibilidad. En esta entrada comparto 8 tipos de evidencias que puedes utilizar en tus presentaciones para hacerlas más persuasivas sin abusar ni de la lógica ni de la emoción, sino con una carga de ambas.

La credibilidad nace del equilibrio entre lógica y emoción

1. Muestras: Puedes llevar muestras de tu producto o de un artículo representativo. Si es muy pequeño y la audiencia muy grande, tendrás que mostrarlo a través de un primer plano en una gran pantalla. Si resulta adecuado, puedes hacerlo circular entre los miembros de la audiencia.

2. Ejemplos: Ilustran un concepto teórico con una historia del mundo real o realización práctica, de manera que se asimila mejor la teoría. Ayudan a fijar ideas, ya que acercan el concepto transmitido a la realidad vivida. Según John Medina, autor de Brain Rules:

“La información se procesa mejor si se puede asociarse inmediatamente con información ya presente en nuestro cerebro”.

3. Estadísticas: Nos han enseñado que la mejor forma de ofrecer evidencia de algo es con estadísticas. Los hermanos Heath en su libro Made to Stick nos advierten de sus peligros:

“Las estadísticas rara vez poseen sentido por sí mismas. Debería usarse para ilustrar una relación. Es más importante que la gente recuerde la relación que el número.”

Para insuflar vida a las estadísticas, éstas pueden contextualizarse en términos más humanos, más cotidianos. Humanizar las estadísticas confiere al argumento más impacto.

4. Demostraciones: Dramatizan el contenido de tu presentación. Hoy en día son muy populares las demos de programas informáticos. Por supuesto, no tienes por qué limitarte a las demostraciones de software. Plantéate siempre si puedes hacer una demostración de tu producto o servicio delante de la audiencia.

5. Ilustraciones: Ponen en acción tus afirmaciones. Aunque no lleguen a probar nada realmente, como afirma Christopher Witt, autor de Real Leaders Don’t Do PowerPoint:

“Cuentan a su favor con el poder persuasivo de la imaginación y de las emociones. Las ilustraciones son para la mayoría de audiencias más convincentes que las evidencias. Son ciertamente más influyentes”.

Entre las ilustraciones más poderosas puedes servirte de historias (mejor cuanto más personales), anécdotas, citas, chistes, proverbios, refranes, imágenes, fotografías, música, canciones, viñetas, magia, etc.

No eres tú quien decide quién o qué es creíble, sino la audiencia” - Chris Witt

6. Testimonios de expertos: Puedes transferir a tus argumentos la autoridad y credibilidad de un reconocido experto en la materia si se ha manifestado acerca de tu producto, servicio o idea. Puedes citar sus palabras, o mostrar un vídeo de su testimonio, o incluso subirlo contigo al escenario. En su defecto, siempre se puede esgrimir un periódico, revista o libro donde aparezca el testimonio que apoya nuestro argumento lógico.

7. Analogías: Las analogías invocan conceptos que la audiencia ya posee haciendo posible que comprenda mensajes complejos. Constituyen un medio ideal para superar la Maldición del Conocimiento. Están íntimamente ligadas con las metáforas.

8. Datos: Los datos suelen presentarse en tablas y gráficas, normalmente desprovistos de emoción. Para que apoyen la lógica de tu razonamiento, contextualízalos, personalízalos, dales vida. Cuenta la historia que esconden. Ofrece siempre en primer lugar la gran foto y luego adéntrate en los detalles. Si abusas de los datos, no sólo no convencerás, sino que puedes abrumar a la audiencia y causar el rechazo.

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¿Qué tipos de evidencias utilizas en tus presentaciones? ¿Cuáles te parecen más convincentes y persuasivas?


Más historias y menos PowerPoints

May 17, 2011

El viernes pasado tuve el placer de tomar parte en el evento Internet Es Tuyo invitado por Ismael. Os dejo la transcripción completa de mi charla, las transparencias que usé durante un fragmento de la misma, y el enlace al vídeo completo.

Los vídeos de Vodpod ya no están disponibles.

Seguro que cuando erais niños vuestros padres os contaban historias. Si algunos de vosotros tenéis hijos, es muy posible que ahora también se las contéis a ellos. ¿Cómo contamos historias en el siglo XXI? Ahora lo que está de moda es la multimedia. ¿Y qué mejor herramienta multimedia que el PowerPoint?

Veamos cómo contar viejas historias con nuevas herramientas.

Si usar PowerPoint para contar la historia de Caperucita Roja nos resulta extravagante, ¿por qué usamos PowerPoints llenos de listas de viñetas, rebosantes de gráficos y estadísticas, con clipart y hasta texto en Comic Sans, para contar la historia de nuestras ideas, la historia de nuestros proyectos, la historia de nuestra empresa?

Tal vez el mundo de las presentaciones necesita más historias y menos PowerPoints.

PowerPoint se está usando como herramienta de creación de documentos, no de presentaciones

¿Qué nos encontramos cuando abrimos PowerPoint? Una plantilla que nos invita a escribir texto y más texto. El clip de Office sentado sobre tu hombro te susurra al oído:

“Llena tus transparencias de listas de viñetas. Es lo que todo el mundo hace. Nada malo puede pasarte si tú también lo haces. Es fácil y cómodo.”

¿Qué pasa si te dedicas a escribir texto y más texto, con una gráfica aquí y un diagrama allá? ¡Habrás creado un informe, no una presentación! El hecho de proyectar “esa cosa” sobre una pantalla no la convierte mágicamente en una presentación, por mucho que se lea en voz alta.

¿Os habéis percatado de cómo PowerPoint se está convirtiendo en la herramienta estándar de creación y distribución de informes en todas las organizaciones? Después de todo, no sería tan malo si esos informes solamente se imprimieran y se leyeran sobre el papel. ¡Lo malo es que esos mismos informes se utilizan para hacer la presentación!

A partir de un cierto número de palabras, las transparencias dejan de ser un apoyo visual y se transforman en un obstáculo para la comunicación. La audiencia no puede leer un documento en la pantalla y a la vez prestar atención a lo que está diciendo el ponente. Las transparencias llenas de texto no sólo no ayudan a la comprensión, sino que la dinamitan.

Además, si todo está en las transparencias, entonces, ¿para qué estás tú?

Destinar PowerPoint a crear transparencias con letras y letras no es explotar la multimedia sino masacrarla. ¿Por qué entonces se persevera en usar esas monstruosas transparencias? Porque sirven como una muleta para pasar el mal trago de hablar en público. Ante cada nueva transparencia que creamos, deberíamos preguntarnos:

¿A quién sirve esta transparencia? ¿A mí o a mi audiencia?

Posiblemente, la mayoría de las veces es la primera respuesta. Al volcar en ellas TODO el contenido de la charla con frases completas, uno tiene la confianza absoluta de que no se quedará en blanco porque TODO está ahí. No hace falta conocerse al dedillo el tema porque TODO está ahí. No es necesario ensayar la presentación porque TODO está ahí. Basta con leer las transparencias viñeta a viñeta para no meter la pata.

Sin embargo, se perderá la conexión con la audiencia, la charla resultará desprovista de vida, no interesará a nadie. Pasará desapercibida y morirá en el olvido.

Es triste ver a tanta gente entrar en modo presentación cuando presentan en un entorno formal. Cuentan su idea, producto, servicio o empresa como autómatas desprovistos de toda humanidad. ¿Así les contamos nuestros proyectos a nuestros amigos en el bar? ¿Dónde están la pasión, la emoción, el entusiasmo? En definitiva, ¿dónde está el corazón?

Cuando te cuentan la idea en el bar dibujando sobre una servilleta comunican desde el corazón. ¿Por qué entre amigos y colegas se cuentan historias que contagian entusiasmo mientras que ante un PPT se entra en modo presentación que provoca el tedio?

Hace falta un cambio en nuestra forma de hacer presentaciones.

Una presentación no es un documento muerto. Una presentación es un acto vivo de comunicación en el que una persona cuenta su propia historia desde el corazón ante una audiencia formada por personas con sus propios problemas e inquietudes. ¿Cómo podemos dinamizar nuestras presentaciones, insuflarles vida? Para mí, una de las claves reside en las historias.

Las grandes presentaciones se alejan de los informes y se acercan a las historias

Las historias se han utilizado durante miles de años como vehículo de transmisión de ideas, cultura y valores. Nos hemos convertido en voraces consumidores de historias. ¿Y en narradores también?

¿Cuántos os consideráis narradores de historias? Levantad la mano.

¡Todos somos narradores de historias! A los dos años ya aprendemos a escuchar y contar historias. Luego pasamos el resto de nuestras vidas haciéndolo.  Os preguntaréis: ¿Cuándo cuento yo historias? ¡Continuamente! Historias sobre  las empresas, historias sobre los trabajadores, historias sobre nuestro trabajo, … ¡Nos pasamos la vida contando historias!

Las historias son el instrumento natural como nos relacionamos unos con otros y como comprendemos el mundo. Las historias constituyen la herramienta de comunicación más potente que ha creado el hombre. Nos ayudan a transmitir información, emoción y empatía.

A nadie se le ocurre escribir listas de viñetas para contar cómo le fue en la entrevista de trabajo o para explicarle a un amigo en qué consiste su nueva idea. Por algún extraño motivo, perdemos la capacidad de contar historias cuando metemos a PowerPoint en la ecuación.

Muchos os estaréis preguntando, ¿y qué tiene que ver contar historias con hacer presentaciones? ¿Puede hacerse una presentación contando una historia? ¡Claro que sí! Hoy lo hemos podido presenciar con numerosas historias de magníficos ponentes, como Fabián Pedrero Gallego de Contoplanet.

¿Qué ganamos contando historias?

1) Las historias aumentan la conexión con la audiencia

Ponen rostro a los datos, humanizan el contenido analítico. No es lo mismo decir que

“Una vacuna contra la malaria cuesta un euro”,

lo cual no es más que un dato, que decir

“Con un euro puedes salvar la vida de una persona vacunándola contra la malaria”.

Ahora estás contando una mini-historia capaz de transformar la información fría y racional en emoción. Introducir emoción en una presentación significa que la haces humana y más atractiva para la audiencia. Las historias resuenan con la audiencia.

A fin de cuentas, somos seres humanos. No hay que perder de vista que tomamos decisiones emocionalmente y luego las justificamos racionalmente. Conectamos con las historias, no con las estadísticas. No he conocido a nadie que haya dejado de fumar por leer estadísticas de cáncer de pulmón.

2) Las historias ayudan a captar y mantener la atención

Las historias se alimentan de contrastes, conflictos y tensiones. Si nadie se juega nada, entonces no hay interés. Las historias presentan contrastes que mantienen el interés de la audiencia.

Estructurar una presentación como una historia implica plantear interrogantes, intrigas, manteniendo el suspense por el qué pasará, cómo se resolverá la dificultad, cómo se saldrá del apuro planteado, etc.

3) Las historias fomentan la comprensión y el recuerdo

Las historias se recuerdan mucho mejor que los números. Los datos aislados son puramente analíticos y las historias ayudan a dotarlos de significado. Las historias son más fáciles de repetir.

Todo cambio origina una resistencia

A pesar de todo, muchos se resistirán a aceptar que se necesiten más historias y menos PowerPoints. Es perfectamente comprensible. A la mayoría de la gente no nos gustan los cambios. Vivimos cómodamente instalados en nuestra zona de confort. La propuesta de todo cambio implica un riesgo o un sacrificio, por lo que provocará resistencia.

Contar nuestra historia desde el corazón nos hace sentir incómodos porque sentimos que nos desnudamos ante la audiencia. Preferimos refugiarnos detrás de las transparencias para no tener que ofrecer nada de nosotros mismos.

Es menos arriesgado vivir según el mapa que me ha dado mi jefe o mi institución o mi universidad. Usando el PowerPoint de toda la vida como todo el mundo nada puede salir mal. Pero tampoco destacaré.

A la larga, buscar siempre la seguridad es la estrategia más arriesgada. No puedes querer destacar y jugar sobre seguro. No puedes esperar llamar la atención haciendo lo que todos. No podrás ser excelente sin correr riesgos. ¡Atrévete a presentar tu trabajo como una historia!

No te escondas detrás de documentos muertos, sal y ofrece un acto vivo. Todos llevamos dentro ideas con el potencial de cambiar el mundo. Cambiarlo globalmente o cambiarlo localmente, pero cambiarlo en menor o mayor medida. Las presentaciones sirven para propagar esas ideas y darlas a conocer. Por eso creo firmemente que nuestras presentaciones pueden cambiar el mundo.

¡Ve y cambia el mundo con tus historias!

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¿Cuentas historias en tus presentaciones? ¿Estructuras toda tu presentación como una historia?


Las presentaciones mediocres son invisibles

abril 28, 2011

“Sólo tienes cuatro años. Todavía no puedes jugar al baloncesto.”Escuchado a una madre en el parque: “Sólo tienes cuatro años. Todavía no puedes jugar al baloncesto.”

Nos han enseñado a amoldarnos. Desde niños nos susurran cariñosamente al oído o nos gritan con violencia cuál es la historia que debemos vivir. Definen las características de nuestro personaje. Bosquejan el guión que prescribe todas nuestras acciones. Si actuamos conforme al libreto que escriben para nosotros, entonces nos colman de elogios, regalos y caricias. Pero ¡ay de aquel que ose improvisar! Está castigado salirse del papel que nos han asignado. Y lo triste es que con el discurrir de los años interiorizamos ese papel: integramos en nuestra identidad la historia que nos impusieron, aceptamos sus valores y creencias, moldeamos nuestra conducta para ajustarnos a lo que se espera de nosotros. En definitiva, aprendemos que lo más seguro es seguir el mapa que nos han dibujado.

O encajas o destacas

Tememos sobresalir, no nos gusta destacar: preferimos encajar, pasar desapercibidos. Por eso nos refugiamos detrás de transparencias antes que salir a hablar a pecho descubierto. Anteponemos un documento muerto al acto vivo de comunicar. Volcamos datos desde la cabeza en vez de contar historias desde el corazón. Usamos las fotos con timidez, como pidiendo permiso.

Con esta actitud, nuestras presentaciones no descollan ni para bien ni para mal. No serán excelentes, pero tampoco horribles. No llamarán la atención ni en una dirección ni en otra. Serán en definitiva invisibles. ¿Y eso es lo que quieres para ti y para tu empresa? ¿Que nadie se acuerde cuando termine tu presentación? Buscar siempre la seguridad es a la larga la estrategia más arriesgada.

Las presentaciones mediocres son invisibles

¿Quién dibuja tu mapa?

Nos autoimponemos terribles limitaciones. Abrigamos creencias limitadoras. En mis cursos sobre presentaciones los alumnos musitan excusas sin parar:

“Mi jefe no me dejará”.

“Yo soy ingeniero de teleco, yo no sé hacer esas cosas”.

“Aquí las cosas se han hecho siempre así, ¿cómo voy a cambiarlas?”.

“¿Qué pasa si sale mal?”.

“A mí nadie me enseñó”.

“Yo no valgo para eso”.

¿Te suenan? Se están diciendo “NO” antes de empezar incluso. Todo porque les contaron la historia equivocada y han aprendido a vivir conforme a ella. Porque es más cómodo buscar la mediocridad que la excelencia. Porque es menos arriesgado vivir según el mapa que me ha dado mi jefe o mi institución o mi universidad. Porque así nada puede salir mal.

Si quieres alcanzar la excelencia, debes buscar el riesgo

No se puede nadar y guardar la ropa

No puedes querer destacar y jugar sobre seguro. No puedes esperar llamar la atención haciendo lo que todos. No podrás ser excelente sin correr riesgos. Si tu trabajo agrada a todo el mundo, entonces no será grande, será mediocre.

Atrévete a presentar tu trabajo como una historia. Atrévete a usar la multimedia como nunca se ha visto en tu sector. Atrévete a hablar con emoción con el corazón desnudo. Comunica con el diseño, con tu voz, con tu mirada, tus manos y todo tu ser. Arranca lágrimas o aplausos, pero no dejes indiferente a tu audiencia.

La revolución ha llegado a las presentaciones: ¡dibuja tu propio mapa!

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¿Qué haces para buscar la excelencia en tus presentaciones?


Cuéntame el viaje, no me enseñes el catálogo de la agencia

marzo 3, 2011

EvaTeLoExplicaCuando Gonzalo me preguntó hace unos días si podía escribir un post sobre storytelling para presentaciones, recordé que en su charla para Innosfera había usado esta cita que tanto me gusta:

«The king died and then the queen died» is a story.

«The king died, and then the queen died of grief» is a plot.

E. M. Forster ~ Aspects of the Novel

Con las citas ocurre como con las imágenes, las canciones y los olores; nos sirven de anclas para recordar ideas más complejas.

Este brillante ejemplo de Forster, estas dos líneas que tan sólo se diferencian en una coma y dos palabras, ¿qué me recuerdan? Y, más importante aún, ¿cómo me pueden ayudar a elaborar mejores presentaciones, exposiciones que cuenten una historia?

Para mí, la esencia está en el sentido y la emoción que damos a los datos.

Veamos cómo traducimos esto a un ejemplo práctico.

Si tuviéramos que diseñar una presentación convencional (éstas que Gonzalo se ha dispuesto erradicar de nuestros auditorios y salas de conferencia) partiríamos de la frase: “Murió el rey, y murió la reina”.

El Rey y la Reina (ilustración de la autora)

¿Y qué haríamos a continuación?

Nos dedicaríamos a buscar evidencias que demostraran a nuestro público qué le ocurrió exactamente a la reina y cómo murió. Nos esforzaríamos por aportar todos los datos relativos al suceso. Elaboraríamos cientos de slides con cuadros médicos, las listas de evolución de temperatura corporal, gráficos de niveles de oxígeno en sangre, de presión arterial y frecuencia cardiaca… Esquemas del cuerpo humano y sus órganos vitales… Todo el catálogo de síntomas, vamos.

Si fuéramos ingeniosos, incluiríamos algún vídeo testimonial del médico de la corte.

Cuando llegáramos a esta pieza, nuestra audiencia ya habría desconectado.

¿Cómo elaboramos entonces una presentación basada en Storytelling?

Imaginemos que nuestra presentación gira alrededor de la idea: “Murió el rey, y la reina murió de pena”.

La diferencia es aparentemente mínima. ¿En qué radica? Exacto, en el sentido que damos a los datos.

Para elaborar nuestra historia, hemos decidido qué unía (para nosotros) a un hecho con el siguiente. Esta conexión es subjetiva y tiene una carga emocional importante. Y formará el hilo conductor de nuestro mensaje. Los elementos que elegiremos para contarlo servirán para añadir relieve y profundidad a los personajes y sus circunstancias.

[Nota de intermezzo: hay una creencia muy arraigada de que existe algo así como “la objetividad”. El tema se merecería un post aparte, por lo que aquí sólo voy a decir que desde mi punto de vista, toda explicación de la realidad, incluso la científica, es subjetiva. Podemos relajarnos pues, en nuestro esfuerzo por “ofrecer todos los datos posibles”. El valor de nuestra presentación radica precisamente en nuestra visión única y personal.]

Decidimos cuál es el sentido que damos a los datos. ¿Cómo los interpretamos? ¿De qué murió la reina? ¿De pena? ¿De miedo a la soledad? ¿De aburrimiento? ¿Acaso murió por casualidad? (Podríamos escoger este último motivo para hablar del sinsentido de la vida, por ejemplo).

A continuación, contamos con todo lujo de detalles cómo estaba la reina, qué hacía, qué pensaba, qué sentía. Y también qué aspecto tenía. Qué comía, si es que comía, con quién hablaba, o si se mantuvo en silencio muchos días.

A través del sentido y de los sentidos, podemos llevar a nuestro público de viaje a un país que sólo nosotros conocemos.

Y como Gonzalo me ha puesto un límite de extensión, me paro aquí y os dejo con dos libros recomendados sobre el tema:

Esta entrada ha sido amablemente escrita por Eva Snijders, coach y storyteller. Cree en la magia de las palabras. Usa la PNL y las buenas historias para transformar problemas en oportunidades y crear un mundo mejor.

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¿Usas el storytelling en tus presentaciones?


Una presentación es un acto vivo de comunicación, no un documento muerto

febrero 22, 2011

Esta mañana me he despertado filosófico, preguntándome qué es una presentación. Tras acercarme al RAE en busca de la definición, he comprobado con asombro que no viene recogida ninguna relacionada con las presentaciones tal y como las entendemos nosotros.

A lo largo de nuestra vida, vamos asignando nuestro propio significado a las palabras mediante asociaciones ancladas a objetos y experiencias. Para éste la palabra presentación evoca transparencias atiborradas de listas de viñetas y gráficos de quesitos y barras. Para ése presentación dispara recuerdos penosos de nerviosismo y ansiedad insoportable hablando en público. Para aquél presentación significa largas tardes de tedio mortal en salas en penumbra oyendo a ponentes leer monótonamente texto de una pantalla. ¿En qué piensas tú?

No hay respuestas correctas o incorrectas, las palabras significan cosas distintas según el punto de vista de cada cual. Si lo dudas, reúne a un grupo de gente y pídeles que definan el significado de palabras como “amor”, “belleza” o “justicia”.

Las palabras significan cosas distintas según el punto de vista de cada cua

Lo que tú y yo entendemos por presentación son realidades distintas

Cada uno de nosotros experimentamos el mundo de una forma única. El lenguaje actúa como un filtro: es un mapa de nuestros pensamientos y experiencias. Respecto a las presentaciones, usamos la misma palabra para denotar dos realidades completamente diferentes y al final terminamos mezclándolas en nuestro modelo mental.

Por un lado, llamamos presentación al acto vivo de comunicación donde un ponente expone desde el corazón sus ideas delante de una audiencia formada por personas con sus inquietudes, problemas e historias personales. Si no estuviste, te la habrás perdido irremisiblemente.

Por otro lado, llamamos igualmente presentación al documento muerto creado típicamente en PowerPoint que se cuelga en Internet, se envía por email o se imprime en papel y se reparte a los miembros de la audiencia. Siempre estará disponible.

¿Qué es para ti una presentación?

Las grandes presentaciones se alejan de los informes y se acercan a las historias

La forma de afrontar las presentaciones será completamente distinta en función de si para nosotros una presentación es un documento muerto o un acto vivo.

En el primer caso, pondremos el énfasis en el texto, en los datos, en las largas listas de características, en leer transparencias, en un estilo severo y formal, en hablar desde detrás de una mesa o atril, en lo analítico y racional.

En el segundo caso, pondremos el énfasis en las imágenes, en las historias, en el asombro ante las características, en hablar desde el corazón, en un estilo entusiasta y apasionado, en movernos libremente por el escenario, en lo emocional y humano.

La presentación como acto vivo aumenta el potencial de conexión, humaniza el contenido, asume riesgos. La presentación como documento muerto desconecta, deshumaniza, juega sobre seguro. No te escondas detrás de documentos muertos, sal y ofrece un acto vivo.

No te escondas detrás de documentos muertos, sal y ofrece un acto vivo

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¿Qué es para ti una presentación? ¿Qué pensamientos, creencias, recuerdos evoca en ti la palabra presentación?


¿Cuál es el estado emocional que quieres para ti y para tu audiencia?

febrero 8, 2011

Mertxe Pasamontes

En ocasiones estamos muy preocupados cuando hacemos una presentación en los aspectos técnicos (Power Point, audio, etc..) además de en el hecho de ofrecer un buen contenido. Los aspectos técnicos deberían ser sólo una herramienta, algo que nos acompañe y refuerce, nunca el centro de nuestra actuación. Y el contenido es importante obviamente, pero lo es incluso más el modo en que vas a transmitirlo, qué vas a hacer para que de verdad llegue a tu audiencia.

Uno de los aspectos fundamentales para ser un verdadero “comunicador” y no un mero “ser parlante” o “recitador de palabras” cuando hacemos una presentación es el estado emocional, tanto el interno del presentador como el de la audiencia. Todos hemos visto en alguna ocasión a grandes presentadores que consiguen todo tipo de reacciones de su audiencia: les hacen reír, los dejan pensativos o incluso hay quién consigue conmover a sus espectadores hasta el punto de las lágrimas.

¿Os habéis preguntado alguna vez cómo lo consiguen? La mayoría son personas que han preparado cuidadosamente su presentación, conocen el contenido a la perfección, lo han ensayado y han construido un discurso que combine el contenido con diferentes momentos emocionales. Han tenido en cuenta ese aspecto emocional en la preparación, no sólo han pensado en ofrecer información y difundir ideas, han pensado también en transmitir experiencias, sensaciones y emociones. No es algo que puedas pensar que sucederá al azar, que no necesita preparación, pues es posible que no lo haga. Y entonces, cuando acabes la charla, las personas se irán con una gran cantidad de información nueva, pero ninguna emoción asociada, que hará que si tienes suerte recuerden lo que dijiste durante unas horas, ….

Crea esa emoción que permite que los cambios sucedan

Una vez lo tienes preparado y ensayado llega el momento de la verdad, de estar ahí y ser aquello que estás transmitiendo. La emoción no surge de la técnica, surge de tu interior, de que tus palabras y tus gestos estén alineados con tu emoción interior. Si explicas un chiste para “hacer la gracia”, pero tú no sientes esa alegría interna, esa dicha, lo más probable es que no haga ninguna gracia. Si tratas de conmover con una historia sentida y a ti no te conmueve, lo más probable es que el público quede más o menos impresionado, pero sólo de manera superficial, sin una emocionalidad auténtica. En cada momento de tu presentación tienes que ser el mensaje. Ya sabemos que las emociones se contagian y cuando eres el mensaje, éste se extiende, se proyecta, se amplifica y se infiltra en cada neurona espejo del espectador y de ahí a todo su cuerpo. Y la sala vibra en tu misma frecuencia. Y es ahí cuando cesa la difusión de información y comienza la magia. Ya que de eso va el tema de presentar en público, de crear esa magia que permite que los cambios sucedan.

¿Creas magia en tus presentaciones o te limitas a ofrecer conocimientos?

Esta entrada ha sido amablemente escrita por Mertxe Pasamontes, Psicóloga 2.0, Humanista, PsicoCoach y Formadora. Escritora y Blogger. Fotógrafa aficionada. Y si le preguntas por lo que hace, te responderá: ayudar a las personas a empoderarse, a escuchar su voz interior.

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Las cuatro P’s del Pensamiento Positivo

enero 25, 2011

Napoleon Hill¡Atención: spoiler! En el clásico Piense y hágase rico, el autor Napoleon Hill mantiene el suspense del lector hablando continuamente de un secreto que será revelado al final del libro, pero que nunca revela explícitamente. Este secreto puede resumirse en la siguiente afirmación:

“Te conviertes en aquello sobre lo que piensas la mayor parte del tiempo.”

—Napoleon Hill

Desarrolla el hábito de prestar atención a tus pensamientos

Plantéate el siguiente objetivo para tu próxima presentación: durante los días anteriores a la misma y especialmente en los momentos previos, esfuérzate por ser consciente de tus  pensamientos. El mero hecho de ponerte esta meta y revisarla diariamente te permitirá tomar conciencia de ellos.

Incluso aunque te consideres una persona optimista y positiva, te sorprenderás por la cantidad de pensamientos negativos que rondan por tu cabeza: pensamientos catastróficos, pensamientos de todo o nada, suponer que siempre ocurrirá lo peor, lecturas mentales de los demás, culpas, atención y memoria selectivas, visualización del fracaso, etc.

Cambia tus imágenes mentales en el interior y empezará a cambiar tu mundo exterior

Todo el mundo usamos el poder de la visualización cotidianamente, tanto si somos conscientes de ello como si no. La visualización aporta a nuestras vidas aquello que imaginamos, ya sea bueno o malo. Por desgracia, la forma de visualización que más utilizamos suele ser la preocupación: visualizar continuamente lo que no queremos que suceda, de manera que atraemos a nuestras vidas precisamente eso. Preocuparse es fijarse metas negativas.

¡Cambia tu forma de pensar! Educa a tu mente para generar pensamientos positivos. Piensa constantemente en las nuevas cualidades que quieres adquirir, imagínate ya teniéndolas y acabarás obteniéndolas.

Los pensamientos de tus imágenes mentales deben utilizar las cuatro P’s: deben ser Positivos, deben formularse en Primera Persona y deben conjugarse en Presente, como si ya los hubieras alcanzado.

¿En qué piensas antes de presentar?

Confiere emoción a tus imágenes mentales

Por ejemplo, jamás te repitas antes de la presentación “no voy a quedarme en blanco”, porque es un pensamiento negativo disfrazado: te estás imaginando quedándote en blanco. En cambio, anímate con: “conozco tan a fondo mi tema que mis pensamientos fluyen con facilidad y elegancia”. No te digas: “no voy a ponerme nervioso”, porque ya estás visualizando la imagen de los nervios, los sudores, la cara roja… En su lugar, repítete “me siento confiado hablando con seguridad y fluidez”. No pienses: “no se van a  aburrir”, sino: “Disfruto tanto con mi presentación que  contagio mi pasión al público”. Y así sucesivamente.

Para que el efecto sea aún mayor visualiza con intensidad: busca afirmaciones que despierten sentimiento y emoción.

Visualiza tu éxito, nunca la ausencia de fracaso, que no es lo mismo.

Confiere emoción a tus imágenes mentales

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Y tú, ¿en qué piensas antes de presentar?


Si tu presentación me aburre, no te prestaré más de 10 minutos de atención

junio 30, 2010

Cuando yo era niño y pasaba los veranos en la playa, me encantaba pescar quisquillas cercadas en las pequeñas pozas que dejaba entre las rocas la marea al bajar. ¿Alguna vez has intentado atrapar con tus manos un pez?

La atención de la audiencia es como un pez escurridizo: difícil de pescar y más difícil aún de retener. Normalmente, al cabo de 10 minutos la gente habrá dejado de prestarte atención durante una presentación. Por eso es tan importante que descubras la forma de captar y mantener la atención de la audiencia más allá de los 10 primeros minutos, hasta el final de tu presentación. En esta entrada repaso algunos de los consejos que nos brinda el biólogo molecular John Medina en su más que recomendable obra divulgativa sobre el funcionamiento de nuestro cerebro: “Brain Rules”.

1) Las emociones captan nuestra atención

Los eventos que despiertan emociones (ECS o Emotionally Charged Event) tienden a recordarse mejor que los neutrales. La publicidad lo sabe desde antiguo y lo hemos visto poner en práctica en innumerables anuncios. Apelan a tres características de nuestro cerebro profundamente enraizadas: la detección de oportunidades reproductivas (es decir, estímulos sexuales), la percepción de una amenaza para la supervivencia y el ajuste de patrones (la búsqueda de semejanzas en nuestro entorno con algo que ya conocemos). Usar las tres garantiza la máxima atención.

2) El significado antes que los detalles

El cerebro recuerda los componentes emocionales de una experiencia mejor que cualquier otro aspecto. El despertar de las emociones concentra nuestra atención en la quintaesencia (gist) de una experiencia a costa de sus detalles periféricos. En definitiva, recordamos ideas generales, no detalles. Por consiguiente, empieza con las ideas clave y, de forma jerárquica, de más general a menos, vete proporcionando los detalles alrededor de esas nociones más fundamentales. Dicho gráficamente: comienza siempre con la gran foto y vete haciendo zoom hacia el detalle que deseas resaltar.

3) El cerebro necesita una pausa para el kit-kat

Posiblemente uno de los mayores errores de comunicación reside en la sobrecarga de información: demasiados datos e ideas en tan poco tiempo que no pueden procesarse debidamente. Mucha ingestión para muy poca digestión. El ponente olvida que la audiencia no sabe tanto como él y que ésta necesita tiempo para asimilar su información. Dales tiempo para que digieran tus palabras.

La regla de los 10 minutos

¿Cómo incorporar estas ideas en una presentación? John Medina recomienda la regla de los 10 minutos: dividir cada presentación en bloques discretos de 10 minutos. Cada segmento debe cubrir un único concepto fundamental: siempre esencial, siempre general, siempre lleno de gist y siempre explicable en un minuto. En cada uno de los bloques se proporciona la idea general antes de los detalles. También es muy importante mostrar dónde encaja cada concepto en el esquema general y la relación entre los conceptos clave.

Después de los 10 primeros minutos, cuando la atención está a punto de dispersarse, el ponente debe recurrir a algo que nuevamente la capture. Medina propone introducir un cambio drástico cada 10 minutos a modo de recreo para la mente, cambios que envíen un ECS relevante, lo que él llama anzuelos. El anzuelo puede ir al final de un bloque o al principio del siguiente. Un buen anzuelo debería ser relevante para el tema tratado y debería disparar una emoción: miedo, risa, felicidad, nostalgia, incredulidad, sorpresa. La narrativa se presenta aquí una vez más como una poderosa aliada: anécdotas, casos, historias, testimonios, etc.

El cerebro no presta atención a las cosas aburridas. Repesca la atención cada diez minutos con un buen anzuelo.

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¿De qué manera estructurarías tus presentaciones para despertar emoción? ¿Cómo sería la estructura si proporcionas el sentido antes que los detalles? ¿Cómo podrías darle más tiempo a la audiencia para que digiera tus palabras? ¿Pondrías a prueba la regla de los 10 minutos?